Ese, que es mi preferido; esta vez le robó el espacio al tan acotumbrado café y se hizo cómplice de nuestro amor. Tus manos sobre mi piel, con la ternura apasionada que te caracteriza.
El sólo sentir tu roce, me enloquece y me enciende las ganas de entregarte mi amor infinito, sin reservas. De decirte de todas las formas posibles que te necesito, que irremediablemente me hace falta que estés aquí; sentir tu cercanía, así simplemente, me hace sentir segura, sin necesidad de que digas nada.
El escucharte decir que me quieres, y más que escucharlo Sentirlo en las entrañas con cada sílaba que pronuncias. Con cada roce de nuestros cuerpos, con cada derroche de pasión evocado por nuestras bocas, tu lengua haciendo fiesta en cada rincón de mi cuerpo, la mía tan curiosa como toda yo, escudriñíndote de arriba a abajo. Gritándote pasión,ganas; pero sobretodo amor.
El delirio que provoca sentir tu voz morirse en mi oído una y otra vez, mi aliento desgastarse en tu pecho.Es la sensación más sublime, algo que no se sabe bien, simplemente se siente. Incomprensible, pero que no cambio por nada.
Nos preguntamos cada mañana en qué momento nos enamoramos de esta forma, al menos es lo que hago yo cada vez que despierto y me atrevo a hablar también por tí. Por más que la busco, no encuentro la respuesta; a estas alturas ya hasta ha dejado de interesarme saber la razón, para dedicarme a disfrutar del amor que te prodigo y que es recíproco.
Ni idea de cómo o cuándo sucedió, menos si terminará algún día. Mientras, embriágate de mí, déjame disfrutar del éxtasis de tenerte. No importa, si entre café o entre chocolate.