Luego de un periodo de vacaciones del blog-no porque me hubiese cansado-sino porque la inspiración no fluía;habían demasiadas cosas sucediendo en mi vida, muchas de las cuales son dignas de que se escriba millones de letras sobre ellas, pero cuyos sentimientos involucrados son demasiado intensos.
De vuelta, con muchas lecciones aprendidas, muchas experiencias vividas en un muy corto periodo de tiempo, con una cartera llena de semanas intensas y muchas enseñanzas.
El 2006 me enseñó muchas cosas, y agradezco que haya pasado tal y como lo hizo, porque puedo decir que no fue un año que me pasó por encima, sino que lo viví minuto a minuto, con sus altas y bajas.
Cada uno de sus 12 meses dejó marcas imborrables que ciertamente servirán de base para mis experiencias futuras.
Confirmé mi teoría de que el amor no se compra;se regala. Me di cuenta de que es completamente cierto lo que siempre pensé; que muy poco segura es la posesión de un corazón al que se quiere retener a la fuerza, que no me equivocaba cuando pensaba que el amor no se exige, sino que se da porque así se desea desde lo más profundo del ser; y sin duda me sentí tranquila al saber que ninguno de los corazones que han acompañado el mío a lo largo del camino, fueron retenidos a la fuerza, todos y cada uno estuvieron mientras así lo quisieron o mientras el mío así lo quizo.
Comprendí la capacidad de sacrificio del ser humano, lo que se es capaz de hacer por no hacer sufrir a gente que queremos, que sin duda se es capaz de poner en riesgo hasta la esencia de uno mismo por las personas que uno quiere.
Aprendí que en la vida no hay cosas buenas o malas, que todo es relativo y depende fundamentalmente del marco de las circunstancias. Confirmé dentro de ese aprendizaje, lo que de algún modo siempre había pensado; que no todo es blanco y negro, que hay toda una escala de grises, y que es más amplia de lo que yo pensaba.
El 2006 me enseñó quienes son mis verdaderos amigos, y más que amigos, las almas que desde la eternidad fueron designadas para acompañar la mía por este camino de lágrimas y risas que es la vida. Me dí cuenta de que estaban ahí para mí más de lo que quizás yo misma podía imaginar y tuve la dicha de poder agradecerle al universo el habernos puesto en el mismo camino.
Aprendí con creces que amar duele, que te puede llevar a la gloria en un segundo y puede darte días completos de sufrimiento, pero que independientemente de las altas y bajas, es el sentimiento más sublime de la creación y que nada ganamos con resistirnos a él.
Este año que recién terminó, me dejó con el buen sabor de boca de haberme liberado de las cadenas que me impedían demostrar mis sentimientos, que aún cuando eran más que reales se mantenían escondidos quemándome por dentro y que tanto daño me hicieron en el pasado.
Aprendí que la vida es una caja de sorpresas, que hoy puedes estar en un lugar, bajo ciertas circunstancias y que mañana o incluso en unas horas, puede ser totalmente diferente.Sin duda el éxito no es nunca final ni el fracaso es nunca fatal.
Me di cuenta de que soy más fuerte de lo que siquiera podía imaginar, que muchas de las cosas que habían sucedido antes probablemente eran parte de un proceso de preparación para que pudiera asumir de la mejor manera posible la determinación de otro antes y después en la historia de mi vida.
El 2006 se estaba guardando lo mejor para el final-y cuando digo lo mejor, lo digo en términos de aprendizaje.Sin duda, la tarde sabe lo que la mañana nunca sospechó y nunca se me podía ocurrir que el último mes del año me iba a enseñar más que la suma de lo aprendido en los primeros 11 meses, pero sin duda lo agradezco. Fue un mes por demás intenso, pero que me dejó experiencias imborrables.
No le fueron suficientes sus 12 meses para que aprendiera todo lo que tenía que aprender en esta estación de mi vida;hasta tuvo que pedirle algunos días prestados al 2007 para que me diera cuenta de que todo tiene su tiempo y que tampoco hay que resistirse.
En los primeros meses de este año me he dado cuenta de que las cosas van cayendo por su propio peso, de que el dolor que antes pudo ser el más inmenso e insoportable, hoy;aunque no deja de ser difícil, es más respirable. Que sin duda, este es el momento y que no lo puedo dejar pasar.
La forma tan dramática e inesperada en que el 2006 me entregó la caja con los 12 meses del 2007 y se despidió, es simplemente para dejarme bien claro que así de diferente como empezó este nuevo año, debe de ser el resto de él; y eso, en su mayoría, depende de mí.
Sin duda, en resumen, un año intenso, pero interesante. Lleno de sorpresas y lecciones que me han hecho más fuerte pero menos dura, más sensible pero menos vulnerable.Simplemente, quizás, más yo.