El repicar del teléfono me sacó del letargo en el que había estado desde que me desperté; tres horas atrás. No hubo necesidad de adivinar, sabía quien estaba del otro lado de aquel aparato que en los últimos días se ha vuelto mi enemigo.
Allá, a la izquierda del teléfono, alguien se encargó de hacerme ver con ojos nuevos lo que había estado en mis narices tanto tiempo. De hacerme entender de una forma totalmente distinta, cómo había estado dando perlas a los cerdos.
De la manera menos indicada, por parte de quien menos pensaba; llegaron las palabras que me hicieron despertar y lavar el lodo que había estado cubriendo mis ojos todo este tiempo.
No fue ni tarde ni apresurado; ni bueno ni malo. Fue sencillamente lo correcto en el momento debido.Justo lo que necesitaba para hacer lo que había estado dando vueltas por mi cabeza ya no sé ni por cuanto tiempo.
Fue doloroso, pero tranquilizador. Sin duda, perder una ilusión te hace más sabio que hallar una verdad.
Labels: pistilos de luz